Ejemplo | Lectura y escritura de textos académicos

Los textos disciplinares

Tensión entre comunicación y conocimiento


En esta última unidad o módulo trataremos los textos que estudiantes y docentes leen durante el desempeño de su rol; se los clasifica como textos de las ciencias, “científicos”, textos de las disciplinas o cátedras, por lo que sugerimos llamarlos textos disciplinares. Otra denominación que en este caso es sinónima es “textos académicos”, es decir, de la academia o institución educativa. Todos los textos de esta institución comparten el mismo género, esto es, una serie de rasgos de forma, ya que utilizan formas lingüísticas comunes, y de contenido, además de que se usan convencionalmente en las mismas situaciones comunicativas.
 
Conocer cómo se organizan habitualmente estos textos, cómo se incluye la voz del que presenta o escribe, y las demás voces que decide incluir, qué formatos o secuencias discursivas se prefieren en la redacción, facilitará tanto las actividades de comprensión y lectura como las de escritura. Montolío (2000) afirma que la vinculación entre géneros y situaciones comunicativas es esencial, dado que los géneros funcionan como algo similar a manuales o instrucciones que explican cómo actuar en cada contexto social. Pensemos en situaciones sociales diversas y encontraremos en muchos casos, textos que las resuelven: alquilar o comprar una propiedad, las invitaciones formales y los reclamos, hacer ciencia e investigar. No sólo aprendemos el lenguaje sino cómo emplearlo para vivir en sociedad.
 
Los textos producidos en el contexto académico pertenecen / corresponden a un género específico ya que resuelven u ocurren en la misma situación comunicativa, comparten características formales y de contenido consensuadas socialmente. El objetivo general es compartir información científico – técnica por lo que la escritura demanda claridad, precisión léxica y objetividad enunciativa.
 
Una regularidad poco favorable que señala Temporetti (2005: 98) es que suele preferirse el inglés en los textos científicos y de género académico, como la lengua de la ciencia, lo que no favorece a quienes tienen por lengua materna otro idioma. Aduce el mencionado autor que el lenguaje no sólo refleja el mundo externo y el pensamiento sino que en sí mismo representa una manera de pensar y de construir muchos posibles: sería saludable poder erradicar el monolingüismo de la ciencia.
 
 
La construcción del enunciador en el discurso. Inclusión de voces en un texto: citas de autoridad, estilo directo e indirecto
 
La construcción del enunciador, del destinatario y del referente no siempre es consciente, sino que es cultural e ideológica según el grupo de pares y de pertenencia del que lee y del que escribe. Tampoco son decisiones individuales, sino mejor, sociales. Cuando hacemos uso del lenguaje construimos una versión de nosotros como escritores, del referente que presentamos y de nuestro interlocutor, por lo que escribir supone una verdadera puesta en escena.
El emisor adopta una serie de rasgos según la situación en que se encuentra y el rol que desempeña, e igual ocurre con el destinatario que el emisor construye. O Ducrot dice que el lenguaje nunca describe sino que siempre valora, aun cuando se muestre en una aparente objetividad y neutralidad discursiva. El lenguaje oculta su opacidad y da la impresión de que a través de él se accede al mundo: el referente se construye al igual que los emisores y destinatarios que no son los sujetos reales sino producto de la puesta en escena discursiva. El lenguaje no es una transparencia, a través de la cual accedemos a lo real, sino una materia a través de la cual construimos versiones del mundo.
 
El emisor académico debe ser muy preciso en el uso de la terminología y en la definición y presentación de conceptos. Debe ser fiel a las fuentes que cita, fundamentar sus aserciones con argumentos aceptables y respaldados por una comunidad científica. Además, debe usar correctamente el lenguaje en su gramática y normativa, y debe ofrecer fuentes bibliográficas de relevancia respecto de los conceptos a los que se refiere.
Las actividades lectoras deben encausarse en caracterizar al emisor y al destinatario, constatar desde “donde” o desde qué ideología, creencia presenta los hechos el emisor, el modo en el que se presentan; esto implica deducir el medio en el que circula el texto.
Respecto de la construcción del referente, importa cómo se presentan los eventos: aseverar, dudar, preguntar da distinta relevancia a los datos que se enuncian. El uso de términos más o menos específicos puede dar sensación de certeza o de expresividad, y significan algo distinto. (Loco / demente, dolor de panza / gastroenteritis).
Es relevante preguntarnos acerca de cuál es la utilidad de reconocer y comprobar la puesta en escena de un texto si es útil o no y por qué para un estudiante; además, considerar cómosirve favorablemente al estudio.
El trabajo intelectual requerido tiene que ver con la síntesis y escritura de distintas posturas sobre el tema o contrastación de fuentes. Esta estrategia escrituraria no supone el resumen de cada texto sino que retoma aspectos que en cada uno sean pertinentes con el problema a dilucidar en ese escrito contrastivo, recabando en coincidencias, diferencias y puntos de acuerdo. No descuidar la interpretación de los escritores según su visión ideológica o su compromiso con el tema. Al final puede dar lugar a una fundamentación de la opinión personal sobre el tema, donde el escritor opine y justifique con argumentos su adhesión a uno u otro texto. Debe formular la hipótesis propia acompañada de al menos dos argumentos que demuestren que es verdadera. Puede incluir otras fuentes, ejemplos, analogías, historia ilustrativa como refuerzo.
En los textos sobre el caudillo General Ángel Vicente Peñaloza, se pueden observar los términos valorativos a favor y en contra de la figura histórica que se describe, y la posición ideológica de sus enunciadores: Sarmiento despreciaba a los caudillo y sus convicciones, en tanto José Hernández muestra una actitud más comprensiva y valorativa de esta figura emblemática de la sociedad y de la literatura argentina.


TEXTO 1:

Peñaloza no fue jamás un hombre oscuro. Pertenece a una de las más antiguas, como de las más notables familias de La Rioja y la que ha contado y cuenta entre los suyos personas muy respetables.

Muy niño aún, fue tomado a su cargo por un anciano sacerdote de la provincia de La Rioja, a quien acompañó hasta su muerte. Este respetable anciano, cuyo nombre hemos sabido y no recordamos en este momento, balbuciente ya por su avanzada edad, no podía pronunciar claro el nombre de Chacho, que ha venido a hacerse célebre en los fastos de nuestra historia política, y que será la eterna pesadilla de los que se han echado sobre sí la odiosa responsabilidad de su alevosa muerte.

Popularizado este nombre entre los jóvenes de su época, y muerto ya el anciano sacerdote que lo tuvo a su cargo, el general Quiroga lo llevó a su lado haciendo con él las veces de padre, y dándole como expresión de su afecto el nombre de “Chachito”.

Hernández, José. “La vida de Chacho”

TEXTO 2:
Éste era el Chacho en 1842, y ése era el Chacho en 1863, en que terminó su vida. Ni aun por simple curiosidad merece que hablemos de su origen. Dícese que era fámulo de un padre, quien al llamarlo para más acentuar el grito, suprimía la primera sílaba de “muchacho”, y así se le quedó por apodo “Chacho”; y aunque no sabía leer, como era de esperarse de un familiar de convento acaso el haberlo sido le hiciese valer entre hombres más rudos que él. Firmaba sin embargo con una rúbrica los papeles que le escribía un amanuense o tinterillo cualquiera, que le inspiraba el contenido también; porque de esos rudos caudillos que tanta sangre han derramado, salvo los instintos que le son propios, lo demás es la obra de los pilluelos oscuros que logran hacerse favoritos.

Sarmiento, D. “El Chacho”1.

1 Estos textos corresponden a Arnoux 1999, página 56.


Actividad

Puesta en escena o enunciación de discursos propios y ajenos
En los textos presentados a continuación se construyen versiones diferentes de algunos hechos ocurridos que debe determinar. En cada texto se ponen en escena diferentes enunciadores y destinatarios, y se construyen referentes que difieren entre sí, aunque el evento haya sido históricamente el mismo. Lea los siguientes textos y determine las diferencias de enunciación de ambos. Atienda a los términos usados para nombrar a los personajes de la historia, los hechos que conforman la misma, las características del que narra y del destinatario y su escritura, y las marcas o señales de lugar y tiempo (no deje de informarse sobre el tema que se presenta para mejorar la comprensión).


 
TEXTO 1:

FUNDACIÓN DE LA ESCRITURA

Cuando Irak no era Irak, nacieron allí las primeras palabras escritas. Parecen huellas de pájaros. Manos maestras las dibujaron, con cañitas afiladas en la arcilla. El fuego, que había cocido la arcilla, las guardó. El fuego, que aniquila y salva, mata y da vida: como los dioses, como nosotros. Gracias al fuego, las tablillas de barro nos siguen contando, ahora, lo que había sido contado hace miles de años en esa tierra entre dos ríos.
En nuestro tiempo George W. Bush, quizá convencido de que la escritura había sido inventada en Texas, lanzó con alegre impunidad una guerra de exterminio contra Irak, hubo miles y miles de víctimas, y no sólo gente de carne y hueso, también mucha memoria fue asesinada.
Numerosas tablillas de barro, historia viva, fueron robadas o destrozadas por los bombardeos.
Una de las tablillas decía:
Somos polvo y nada.
Todo cuanto hacemos no es más que viento.

Eduardo Galeano. 2008. Espejos.
Una historia casi universal. México Siglo XXI Editores.


TEXTO 2:

EL NACIMIENTO DEL ALFABETO

En la última mitad del segundo milenio antes de Cristo, los pueblos semíticos que vivían en Siria y Palestina, que hasta entonces había utilizado la escritura cuneiforme, y que mantenían un contacto comercial cada vez mayor con Egipto, hicieron los primeros intentos de adoptar la escritura demótica egipcia, reduciéndola a una forma de silabario, abandonando los ideogramas y otras formas complejas de la tradición egipcia. Se trataba del primer paso hacia una escritura alfabética. Los signos jeroglíficos, al igual que los signos cuneiformes, representaban sonidos o palabras completas, pero nunca letras.

Debido al desarrollo de las comunicaciones y a las necesidades comerciales, los pueblos semitas necesitaban un sistema de transcripción que facilitara el intercambio de información y que pudiera ser aplicado a todas las lenguas habladas en el Próximo Oriente. La primera tentativa de escritura alfabética de la que tenemos noticia fue la utilizada por pueblos llamados “asiáticos” por los propios egipcios, asentados en la península del Sinaí, en torno al 1800 a.C. emplearon para escribir unos treinta signos derivados de los jeroglíficos. Sin embargo, sería en ciudades como Biblos y otras de la costa palestina, habitadas por pueblos semitas que posteriormente se llamaron fenicios, donde se comenzó a forjar un verdadero alfabeto.

En la Grecia arcaica se habían empleado escrituras ideográficas como la cretense, pero los griegos adaptaron, en torno al siglos IX a.C., el alfabeto fenicio a su propia lengua, utilizando unos signos propios para representar las vocales (las lenguas semitas, en general, sólo escriben las consonantes), lo que permitía que el texto escrito fuera aún más fiel a la forma hablada de la lengua y, por lo tanto, más fácil de leer. Los etruscos, en contacto constante con los griegos asentados en la Magna Grecia, al sur de la península Itálica, y en la isla de Sicilia, transformaron el alfabeto griego y lo transmitieron a los romanos en forma de alfabeto latino. Sería Roma, gracias a su imperio, quien difundiría el alfabeto a todo Occidente.

La invención del alfabeto supuso la gran revolución de la escritura, el gran paso adelante para las culturas de la antigüedad. Sobre su éxito sólo hemos de decir que el sistema alfabético pervive en nuestros días con una inmejorable salud.

Fuente: http://www.editorialalaire.com/articulo/79/historia-del-alfabeto-y-la-escritura